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Foto: Hector Delgado - Santa Fe Para Siempre |
Las horas se acercan, para saber lo que es morir un poco.
Tal como hace 7 años, disputamos el sueño de todo fanático en el fútbol. La Copa Libertadores de América, reconocida por su historia, rivalidad y demás estilos finos en el fútbol. Porque sólo los grandes participan en ella. Sólo los grandes la disfrutan y la juegan. La Copa Libertadores, que al hablar de la Copa Libertadores, es hablar de la elegancia del fútbol. Y cómo no hablar de Santa Fe, si viste unos colores que gritan «gloria».
Una vez por semana, el hincha huye de su casa y acude al estadio.
Flamea las banderas, suena la matraca, los cohetes, toca los tambores, llueve las serpentinas y el papel picado.
Bogotá desaparece…La rutina se olvida, solo existe Santa Fe.
Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga veneno, se come la gorra y susurra plegarias y maldiciones.
Aquí, el hincha se rompe la garganta en una ovación y salta como nadie, como nadie abrazando al desconocido que grita gol a su lado.
Aquí, el hincha rara vez dice: «Hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros».
Aquí, el hincha sabe que ese jugador número diez, que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música.
Aquí, el hincha sabe que si de existir una octava maravilla, sería la octava nuestra. Y si de existir se trata, que sea para ser la mejor hinchada.
¿Cómo vas a saber lo que es la vida si nunca alentaste al Independiente Santa Fe?
Amen! Santa Fe = Santa Gloria!
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